viernes, 1 de junio de 2012

Introducción General a la Biblia (2da. Parte).

La Biblia muestra una unidad que simplemente en términos humanos, es imposible de explicar. Para apreciar tal unidad, uno debe entender cómo el Libro fue reunido.

La Biblia fue escrita por más de cuarenta hombres de una variedad de antecedentes. Nehemías fue un mayordomo real. Pedro fue un pescador. Lucas fue un médico. Mateo fue un cobrador de impuestos. Salomón fue un rey. Moisés fue un pastor. Pablo fue un hacedor de tiendas. Estos hombres escribieron en casi toda condición humana. Jeremías escribió con profundo dolor como resultado del rechazo de la gente de Dios para permanecer fiel a Él. David escribió con gran gozo sobre las colinas ondulantes y cubiertas de hierba de Judá. Pablo escribió desde el foso de la desesperación mientras languidecía en una prisión romana.
Estos mas de 40 hombres escribieron en tres idiomas (hebreo, arameo, y griego), en por lo menos dos continentes (Europa y Asia), en un periodo de tiempo que abarcó aproximadamente 1.600 años (1500 A.C. al 100 D.C.) y cubrieron una variedad de temas que incluían psicología, geografía, religión, historia, medicina, y muchos otros.

Siendo todo esto verdadero, uno puede esperar que un grupo de hombres que fue tan diferente, escribiendo tales temas no relacionados, en tan prolongado periodo de tiempo, hubiera producido un libro que fuese una mezcolanza confusa de inconsistencias, errores y disparates. Sin embargo, este no es el caso. De hecho, la verdad es todo lo opuesto. La Biblia muestra tal armonía asombrosa, tal afluencia consistente, y tal unidad impresionante que ninguna explicación naturalista puede dar cuenta por ésta. Es como si la Biblia fuese una sinfonía magnífica dirigida por un solo Conductor. Cada “músico” puede haber tocado un instrumento diferente, en un lugar diferente, en un tiempo diferente, pero cuando el Conductor talentoso combinara los esfuerzos individuales, el final resultaría ser una obra maestra esplendida.

Considere esta analogía. Suponga que usted reuniera cuarenta eruditos contemporáneos con el más alto entrenamiento académico posible, de un solo campo de estudio (por ejemplo, catedráticos con doctorado en historia universal). Suponga, además, que usted los colocara en un cuarto y le pidiera a cada uno de ellos que hiciera un trabajo escrito de veinte páginas de un tema único, las causas de la Primera Guerra Mundial. ¿Qué clase de acuerdo cree usted que existiría cuando todos los trabajos fueran terminados? Probablemente estos cuarenta eruditos no estuvieran de acuerdo en numerosos puntos; sus papeles serían reconocidos más por los desacuerdos que contienen que por los acuerdos. Pero cuando examinamos a los escritores de la Biblia, vemos que no todos ellos vivieron en el mismo tiempo, no todos trabajaron juntos, y algunas veces no se conocieron entre ellos. La mayoría no fue altamente entrenada, y el entrenamiento que ellos tuvieron de seguro no fue en el mismo campo de estudio. Tampoco se les permitió hablar sobre un mismo tema. Sin embargo produjeron un libro que es unido desde el comienzo hasta el final. El libro de 1 y 2 de Crónicas y 1 y 2 de Reyes están de acuerdo el uno con el otro en numerosos eventos históricos. Josué 1 confirma Deuteronomio 34. Jueces 1:1 verifica Josué 24:27-33. Jeremías 52:31-34 verifica 2 Reyes 25:25,27-30. Y así sucesivamente. Esta unidad fascinante, que puede ser vista a través de toda la Biblia, confirma el hecho de que hubo una Inteligencia guiando detrás de esto. Tantos escritores, por tantos años, cubriendo tantos temas, simplemente no pudieron haber estado en tal acuerdo sorprendente por simple coincidencia.

Nota: Tomado de artículo de Internet. Desconozco su autoría. Si alguien conoce el autor agradezco publicarlo en el blog. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario